Riberalta es la capital de la provincia amazónica por antonomasia del departamento del Beni; es una de las ciudades más bellas de Bolivia, ya que es una de las pocas metrópolis a la vera de dos ríos colosos, fluviales de la hoya del caucho, otrora vital epicentro de la economía beniana y nacional. Los dos ríos son el Madre de Dios o Manutata y el histórico Beni. El 3 de febrero Riberalta ha cumplido su 121 aniversario de “fundación”. Lisímaco Gutiérrez, durante y bajo la protección del gobierno de Mariano Baptista (1892-1896), cumplió esta fundación administrativa el 3 de febrero de 1894, como homenaje al onomástico del gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.
Riberalta, ciudad mágica por su paisaje y la policromía y tonalidades de su vibrante como esplendoroso espectro cromático, donde hasta el aire circundante tornase en delicados matices tornasolados. Si bien se tiene por esta fecha la de su fundación, una revisión histórica metodológica revela que cuando esa fundación “oficial” ocurrió, esta ciudad ya tenía diez años de antigüedad. Y la verdad parece confirmar que la legítima fundación, con un deliberado propósito, se debió a un súbdito alemán, Máximo Henicke, quien fue enviado por el gerente de la Casa suiza Braillard, Federico Bodo Claussen, en Reyes, sucursal de Arequipa (Perú), ya que esta empresa quería instalar una factoría que abastezca a los navegantes solitarios de provisiones y mercancías en los ríos del caucho.
Es justo reconocer el propósito definido de toda empresa, le da el sello insustituible de su intencionalidad, esto es lo que permite una sindéresis, aun en un fasto histórico, como el que se trata. Máximo Henicke partió de Reyes en mayo de 1884 en horas de la tarde, al mando de una embarcación con cinco tripulantes, se le indicó el lugar donde encostar, como un ribazo o promontorio colorado, sobre la confluencia de los dos ríos Beni y Madre de Dios.
Henicke arribó a ese lugar el 3 de mayo de 1884, al pie del barranco, allí encontró una “tapera” o casa vieja perteneciente a Plácido Méndez, cruceño empleado de Antenor Vásquez, siringuero de la región. Antes en 1882, el médico Antonio Vaca Diez y forjador industrial, instaló un puesto de explotación de siringa en un lugar cercano, donde después se fundaría Riberalta. Bautizó al lugar como “Alianza” y no prosperó. Varios otros nombres tuvo el lugar. 3 meses después el alemán desmontó el lugar, instalando caseríos y galpón para sus propósitos, ya era el 6 de julio y una nueva población estaba en ciernes. Henicke y Méndez instalaron una gran “Cruz” de madera visible desde los ríos para señalar el lugar a los navegantes.
Al año siguiente, el 7 de julio de 1885, llegó el señor Claussen a inspeccionar el lugar, encontrando una nueva y pequeña población que bautizó como “Ribera Alta”, que luego por sinéresis cambió a la sonora y musical “Riberalta”, hasta hoy
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